lunes, 20 de abril de 2009

¿Pensamiento crítico?... ni crítico, ni pensamiento...


Otro artículo muy razonable que he encontrado en http://www.mentat.com.ar/pensamiento-critico.htm y que muy bien podría aplicarse a mis excompañeros españoles...


En la era de la información y el conocimiento, de la tecnología y la tecnocracia, el modelo de pensamiento científico ha ganado suficiente prestigio como para que prácticamente todos los ámbitos se hayan vuelto permeables a su influencia y lineamientos ideológicos.

Deseamos plantear una objeción crítica a esta permeabilización, fundamentalmente porque consideramos que es una influencia masiva acríticamente aceptada en la cultura.

Consideramos que ciertos errores conceptuales derivados de este reinado del “pensamiento científico” generan consecuencias que son realmente importantes para analizar.


Necesitamos remarcar un hecho: tanto ciencia, lógica, como matemáticas son completamente inútiles para determinar la esencia de lo subjetivo, lo estético, lo ético. (¿Qué queremos decir con determinar? Exactamente lo que dice la RAE: 1. Fijar los términos de algo. 2. Distinguir, discernir. 3. Señalar, fijar algo para algún efecto. 4. Tomar resolución. 5. Hacer tomar una resolución.)

Se ha discutido mucho acerca de los excesos de lo irracional originado en las supersticiones y las pseudociencias. Incluso ya no se duda en incluir a las religiones entre las fuentes de la irracionalidad que nos pueda aquejar como civilización.


Probablemente jamás sea suficiente todo el esfuerzo para prevenir los excesos de la irracionalidad. No obstante, podemos señalar que se puede hablar también de los excesos que derivan de una asimilación acrítica de los preceptos científicos. Y poco se habla de ello.

Está de moda declararse agnóstico, escéptico y materialista. Y por lo general - de una u otra forma - hay errores conceptuales importantes subyacentes en estas posturas popularizadas.

Muchas veces hallamos que quien afirma ser agnóstico cree estar diciendo lo mismo que el materialista, que no cree en nada que no sea tangible y observable. Nada más lejano, el verdadero agnosticismo sólo plantea que cualquier realidad inmaterial es inaccesible al entendimiento humano. Si lo inmaterial existe no lo podemos conocer.

Por otra parte tenemos a los escépticos. La mayoría de los que se declaran escépticos son pseudoescépticos. Tienen dudas y desconfianzas de todo menos de las autoridades científicas y académicas, sobre las que depositan una indiscutible fe. El verdadero escéptico tiene dudas y desconfianzas metódicas que incluso suele aplicar al establishment del conocimiento académico y las autoridades que lo representan. En este caso, la máxima libertad intelectual se manifiesta con claridad y sin caer en excesos ni descuidos.


El materialismo de moda es la más pobre de las posturas ya que no origina nada propio sino que es subproducto de una objetividad mal entendida o de un escepticismo mal entendido; no sólo es incapaz de dudar de ciertos presupuestos que asume con ingenuidad sino que ignora el hecho demostrado de que siempre la teoría determina la observación.

Por supuesto que estamos hablando de las manifestaciones más populares de estas posturas de moda. Lamentablemente, no faltan los científicos y filósofos de la ciencia que representan las versiones más pulidas de la moda.


Ojalá que no lleguemos a aceptar que se determine la apreciación estética de un poema utilizando el método científico o el pensamiento crítico. Que no caigamos en la ingenuidad de dejar nuestras políticas en manos de científicos, como sueñan ciertos escritores de ciencia ficción. Que no intentemos justificar biológicamente la superioridad moral de una raza, que no recaigamos en la sociobiología brutal, profundamente ignorante, de otras épocas. Ojalá que no intentemos observar lo bueno y lo justo en un laboratorio.


Esperamos que las formas populares de esta tendencia cientificista no se plasmen en representatividades políticas, administrativas y educativas.

Debiéramos ser verdaderamente libres de creer en cosas inmateriales. Es perfectamente legítimo. En principio, si uno no pretende hacerla una creencia científica, ni intenta imponérsela a otros con fanatismo irracional, ni hace daño u ofensa a nadie, es una creencia legítima.

No estamos hablando de creencias sobre la verdad, sino de la verdad acerca de las creencias subjetivas, lógicamente incontrastables con algo material.


Permitámonos creer que es un absurdo imponernos la condición de sólo tener creencias acordes a los principios científicos. No se trata de determinar si es lógico creer en Dios o no, se trata de ser realmente libres para creer en nosotros mismos.

Patricio Jorge Vargas Gil


(Actualizada con fotos dic 2009)

jueves, 9 de abril de 2009

El dia que los "escépticos" se convitieron en cómplices de la tragedia

Mas de 200 muertos llevan contabilizados en Italia a la hora de escribir estas líneas, y leo en toda la prensa internacional que un cientifico visionario y valiente, capaz de enfrentarse a los dogmas de la ciencia oficial, a la comunidad de sismólogos y, en definitiva, a los escépticos cobardes que sólo permiten lo políticamente correcto, ya había advertido de lo que se avecinaba. Pero sus colegas escépticos, tan dogmáticos y miserables como siempre, lo llamaron pseudocientifico, alarmísta, charlatán... ¿no os suena a nada? Cuando he leído en la prensa las frases que Guido Bertolaso, Jefe de Protección Civil en Roma y redomado escéptico, lanzó al visionario que advertía del seismo, me ha asombrado encontrarme con las mismas expresionesinsultantes, violentos insultos y demás improperios típicos del Círculo Escéptico o la A.R.P. de España: "imbeciles que se divierten propagando noticias falsas", "pseudocientífico", etc... solo le faltó llamarlo magufo...

Esta es una de las noticias que podeis leer hoy en la prensa contando este último logro de los escépticos que prefieren desacreditar y burlarse de quien no opina como ellos, y se atreve a ir contra la opinión general:



El escéptico jefe de Protección Civil llamó "imbecil" a un investigador que vaticinó el seismo.

Un científico italiano predijo que habría un terremoto importante en la zona de L'Aquila semanas antes de que el desastre llegara el lunes a la ciudad del centro del país, dejando decenas de muertos, pero fue denunciado a las autoridades por causar pánico en la población.

Una serie de temblores se sintió en la región a mediados de enero y los sismos continuaron con intervalos regulares, aumentando la alarma en la ciudad medieval de la montañosa región de los Abruzzo, situada a unos 100 kilómetros al este de Roma.

Hace un mes, unas furgonetas con altavoces comenzaron a circular por L'Aquila pidiendo a sus habitantes que evacuaran sus casas, después de que el sismólogo Giampaolo Giuliani predijera que se iba a producir un gran terremoto, desatando la ira del alcalde.

Giuliani, que basó sus pronósticos en las concentraciones de gas radón en zonas sísmicamente activas, fue denunciado a la policía por "extender la alarma" y se vio obligado a quitar sus conclusiones de Internet.

El 31 de marzo, la Agencia de Protección Civil celebró en la localidad una reunión del Comité de Riesgos Principales, formado por científicos encargados de valorar estos riesgos, para tranquilizar a la población.

"Los temblores que fueron sentidos por la población son parte de una secuencia típica (...) que es absolutamente normal en un área sísmica como la que hay alrededor de L'Aquila", dijo la agencia en un comunicado en la víspera del encuentro.

"Es útil subrayar que no es en ningún modo posible predecir un terremoto", agregó, y señaló que la agencia no veía motivos para la alarma, aunque a pesar de ello iba a llevar a cabo "un control y atención continuos".

Cuando los medios de comunicación preguntaron sobre la supuesto falla de las autoridades a la hora de salvar a la población antes del terremoto, el director del Instituto Nacional de Geofísica, Enzo Boschi, quitó importancia a las predicciones de Giuliani.

"Cada vez que hay un sismo hay gente que dice que lo ha predicho", afirmó. "Por lo que yo sé, nadie predijo este sismo con precisión. No es posible predecir los terremotos".

Boschi dijo que el verdadero problema para Italia es el fracaso a la hora de tomar las precauciones adecuadas, a pesar de un trágico historial de terremotos.

"Tenemos sismos fuertes, pero luego nos olvidamos y no hacemos nada. No está en nuestra cultura tomar precauciones o construir del modo adecuado en las áreas en las que podría haber terremotos fuertes", enfatizó.